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viernes, 19 de agosto de 2011

POLITICA: Así habló Cherie Blair

El siguiente trabajo, como otros que estoy subiendo a "Océanos procelosos", lo escribí hace varios años, pero nunca estuvo disponible en un blog, así que disculpen el polvo y las telarañas que puedan encontrar entre líneas:

POLITICA: Así habló Cherie Blair
En febrero de 2004 se lanzó en Estados Unidos y en Gran Bretaña un libro en el que Cherie Blair hizo públicas, a pesar de su marido, una serie de interesantes y diplomáticamente inconvenientes opiniones sobre Blair mismo y sobre George y Laura Bush.

Por José Alejandro Tropea
Ilustración: José Alejandro Tropea


Parejas desparejas

En el libro Tony Blair: la creación de un líder mundial (1), del escritor y periodista inglés Philip Stephens, Cherie, entre otras cosas, considera que su marido está "demasiado cerca del gobierno de Bush", opinión sobre la cual no se extiende lo suficiente ni entra en detalle, por lo cual es bastante razonable suponer que deja librado al criterio y perspicacia de cada lector profundizar en lo que quiso decir y descifrarlo. En este sentido un símil físico nos puede ayudar: en el sistema Tierra-luna, debido a la gran diferencia de masas que existe entre una y otra -aproximadamente 80 a 1- el centro de gravedad común está ubicado tan próximo al centro de la Tierra, que a los efectos prácticos podemos decir que la luna es nuestro satélite y que adonde va la Tierra va aquella.
Algo muy parecido sucede con la desequilibrada alianza Estados Unidos-Inglaterra. En la que el primero tiene un peso político y militar muy superior al segundo, lo que hace que el centro del poder este casi centrado en Estados Unidos. Como corolario Gran Bretaña es satélite de Norteamérica, y adonde va esta va aquella, por ejemplo a Irak.
Seguramente conciente a su manera de la esencia de este símil, lo que Cherie hizo fue expresar con otras palabras su disgusto por la naturaleza intrínseca de las alianzas cuando estas están fuertemente desequilibradas por el mayor peso de uno de sus integrantes y por las consecuencias de ese desequilibrio para los miembros más "livianos".
Esto no es todo, ella usa la frase -en política tan relativa y difusa- "demasiado cerca" sin dar mayores explicaciones, haciendo que sea casi un arcano saber donde esta para ella la frontera entre conveniencia y demasía. Hubiera estado más clara si nos daba alguna referencia concreta. Por ejemplo, en la segunda guerra mundial, para ella ¿estaba Chamberlain demasiado cerca de Roosevelt? O en lo más caliente de la guerra fría, cuando los misiles del Pacto de Varsovia apuntaban a Europa, ¿estaba Gran Bretaña demasiado cerca de su aliado del otro lado del atlántico? Al menos parece que no lo suficiente como para que Cherie lo saque a flote.

Todos cowboys

En otras páginas de la biografía, la abogada mejor paga de Londres considera que Bush es un cowboy -no en el sentido heroico de Hollywood sino en el negativo que los europeos le dan cuando se refieren a ciertos presidentes norteamericanos- que está en contra de los derechos humanos, a favor de la pena de muerte y así sucesivamente...
Pero a propósito de esta clase de "cowboys", existe una simetría de críticas: quienes no ven con buenos ojos las prácticas políticas y militares de Gran Bretaña a lo largo de su historia se refieren a esta como los "piratas" -aquí en el único sentido posible-, pero aprovechando el sentido negativo dado al término cowboy podríamos decir que los piratas son una suerte de "cowboys del mar", con lo cual terminaríamos por unificar las dos visiones y hablar directamente de los cowboys a ambos lados del atlántico (podríamos extender la metáfora a muchas alianzas igualmente desequilibradas a lo largo de la historia y del espectro ideológico, a menos que se crea con ingenuidad que la Unión Soviética, la Rusia de los zares, el imperio romano, el napoleónico o el tercer reich entre otros no fueron "cowboys del mar").

Robó, asumió y no lo pescaron

Según otro pasaje del libro, Cherie, que ahora cobra más de 40.000 dólares por conferencia en tierra americana, cree que Bush es un presidente ilegítimo que le robó el cargo a Al Gore en la Corte Suprema. Al menos la mitad más uno del electorado de aquella época que votó a Gore debe estar con ella. Pero Cherie se detiene prudentemente allí y no extiende la crítica a la ilegitimidad que eventualmente puede aparecer durante el ejercicio mismo del poder. Ella deja acotado el concepto a las campañas electorales, cuando en realidad la ilegitimidad puede surgir posteriormente, aunque el cargo se halla obtenido democráticamente, por ejemplo no cumpliendo con las promesas electorales, no respetando el contrato social, corrompiéndose en la extensa variedad de ítems que los políticos -en complicidad con otras esferas de la sociedad- saben explotar. De hecho Tony Blair no ha cumplido todas sus promesas. Ha tomado medidas impopulares y ahí está en sus manos esa brasa caliente que es el asunto de las armas químicas de destrucción masiva en Irak. O tal vez cuando Cherie le reprocha estar demasiado cerca de Bush, implícitamente reconoce que esa demasía le ha conferido cierta proporcional ilegitimidad a su cargo de primer ministro. O que esa demasía pone en riesgo a los ciudadanos rasos, que son los que generalmente pagan los platos rotos en caso de atentado. Estas dos últimas conjeturas dichas no sin reconocer que hilar tan fino roza en la ingenuidad intelectual.

Los excesos de Laura

Para terminar está lo que dijo de Laura Bush. Además de confesar que "no la soporta" la considera "demasiado conservadora, cerrada y obtusa". Aquí otra vez nos enfrentamos con el problema de los conceptos relativos y difusos. No nos dice que cosa es para ella un conservadurismo normal y aceptable ni en cuanto se excede del mismo Laura Bush. Y aunque lo dijera habría que tomarlo con pinzas: somos todos -los que votamos- mucho más conservadores que lo que la demagogia de la real politik (de cualquier signo político) está dispuesta a -o le conviene- reconocer y divulgar. En lugar de atenernos a lo que dice será más revelador buscar en su propia conducta y en su propia casa las referencias que ella no nos da: en Gran Bretaña existe -sin que Cherie exprese su ira progresista por ello- una monarquía que desde los puntos de vista más críticos es casi decorativa, anacrónica e improductiva, intelectualemente cerrada y obtusa, políticamente obsoleta y esencialmente conservadora. Sin embargo Cherie no ha salido en medio de la noche a las calles, arrastrando a la turba laborista con antorchas, para liquidar todo rastro de aristocracia y nobleza en lo que desde el futuro se vería como las "Diez noches que conmovieron al mundo" (2). Tal vez sea por temor a que las llamas alcancen la nueva mansión que Blair y ella adquirieron en la zona más cara de la ciudad.

La primera piedra

De acuerdo, el hecho de que Cherie no esté libre de pecado no significa que sus acusaciones, críticas y opiniones contra Bush, Laura y Estados Unidos sean equivocadas o falsas. Es habitual en el terreno político tirar la primera piedra, esto es, acusar teniendo razón y pruebas, sin estar libre uno mismo de pecado. O hablar desde el trono como si se lo estuviera haciendo desde el púlpito. Pero no es necesario citar en esta nota todo lo deleznable, banal, perverso, fundamentalista, mediocre e indeseable que se le puede atribuir a Estados Unidos, a su presidente y a la primera dama. Otras voces lo hicieron ayer, lo hacen hoy y lo harán mañana: Gore Vidal, Susan Sontag (que en paz descanse), Michael Moore, Naom Chomsky, Norman Mailer, europeos conspicuos y circunstancialmente (más por ambición que por convicción) el challenger demócrata John F. Kerry, ahora llamado a silencio post-electoral.

REFERENCIAS

1 - ¨Tony Blair: The Making of a World Leader¨. Se trata de una biografía de 250 páginas publicada por la editorial Viking.

2 - En alusión al libro del norteamericano John Reed ¨Los 10 días que conmovieron al mundo¨, que narra lo acontecido durante la revolución rusa de octubre de 1917.


Copyright © 2005 José Alejandro Tropea

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